lunes, noviembre 26

Día vegetal, un fantasma presente.
Viajando a otra galaxia, me hablás y no te escucho. Pero te respondo, incoherencias; como cuando preguntas cuál y contesto sí o cuando preguntas porqué y te digo ayer.
En dos órbitas distintas; el mundo y yo.
Él, bullicioso, veloz, audaz.
Yo silenciosa, lenta, sonámbula.
Y la tierra, inocente arena movediza, queriéndome llevar al centro del planeta.
Y el cielo, que tampoco se queda quieto. Y yo que no dejo de caminar con él.
Y vos, insistiendo con tu mano en mi pelo, para que vuelva del otro cosmos.
Y otra vez yo, que no quiero moverme por nada en el mundo.
Y la música, que retumba en el aire como cuando era pequeña.
Y la sed, el hambre, el frío. La falta. La ausencia. Lo poco.
Porque me escondí en una sonrisa artificial; en una mirada lejana, pero alegre, que no existe. En una luz oscura.
Porque de repente, vuelvo por unos segundos y te veo ahí, esperando. Y me da pena por ti que no veas que no estoy acá, entonces, vomito una palabra sin sentido para que sientas que todavía estoy viva, como esa planta. Aunque marchita, como aquella otra.
Y el viento, que me golpea en el rostro reclamando que aparezca.
Y yo que me voy con él a donde sea, antes que volver.
Quizás debiera explicarte, pero, tristemente, no tengo voz para hacerlo, ni papel y lápiz, ni manos para escribir, ni nada que exponer. Simplemente me fui y no puedo decirte a donde, porque no lo sé. Pero está bonito.
Y las voces. De a montones. La tuya también.
Y mis oídos, que siquiera por reflejo intentan descifrar algo de lo que dicen. Que importa lo que digan. Hoy no importa. Hoy pueden unirse en una sola voz, como tantas veces desee que lo hicieran, que a mi no me importa. Hoy no me preocupan. ¿Egoísta?. Quizás. Pero es solo por hoy, o al menos eso creo. Aunque si esta ausencia de mí quiere prolongarse no va a molestarme.
Me gusta no estar, no sentir, no pensar, no dar y no recibir.
Y miles de ojos que me ven como un holograma, como tantas otras cosas.
Y vos que aún no me reconoces.
No es tu culpa. No soy yo y lo sé.
Me embriaga la idea de pedirte que no me esperes, que te vayas a otro sitio, donde más te plazca, donde no recuerdes que existo, o que existí, o que existimos.
Me embriagan las ansias de que te levantes del suelo de una vez y empieces a caminar, ligero, sin mirar atrás, moviendo los brazos bruscamente, como siempre lo haces.
Pero no puedo pedírtelo, si estás ahí, rogándole al mundo que te mire una vez más, y te vea, que te arroje una palabra, que te de la mano, que te obsequie un pensamiento.
Pero no pienso, ni veo, ni dialogo, ni me muevo.
Y los colores, ordenados minuciosamente para que mis ojos se deleiten una vez más.
Y yo, que no distingo el blanco del negro.
Y las distancias, las cercanías, el tiempo.
Y yo. Aquí y allá, más del otro lado que de éste, ahora, ayer y mañana.
Y tanto. Y tan poco.
Y yo, que me sobra y no me alcanza.
Y hoy no busco.
Pero encuentro desparramado lo que quiero y lo que no.
Y los pájaros volando encima de mi cabeza, picoteándome la mollera, con hambre de mi cerebro, que no está.
Y la imaginación, que hoy se despertó saltarina y no se queda quieta un segundo.
Y yo, que intento escapar de ella, y ella que me toma por el cuello y me devuelve al fondo del mar, a la cumbre de la montaña, a las nubes y al sol, a donde termina tu mundo, éste que estás pisando ahora, que te obliga a ser otro, que te muerde los talones y te empuja al abismo de los relojes, que te quiebra la utopía y te entierra en tu propio cuerpo, que te ata manos y pies, que te grita incansablemente hasta que obedeces, aunque pienses lo contrario, que te lleva a la ruina, que te está matando, de a poco, te martiriza, te hunde en la nada, te convence de que sí, te presiona, te miente, te maneja como se le antoja.
Ahí, donde termina tu mundo, estoy yo, observando como te zarandean, como te hacen hablar, como te llevan de aquí a allá, de arriba abajo.
Y me causa gracia que te hayas convertido en una marioneta.
Y me convenzo aún más de que no debo regresar. Nunca.
Y me quedó aquí, pisando recuerdos, dibujando amaneceres, existiendo.
No como allí, que en realidad era en donde no era nada.



No hay comentarios: