viernes, marzo 14

Perdón por haberme tardado tanto, sabrán ustedes disculpar mi desatención, y tampoco es tanto culpa mía, sino del tiempo que a veces se pasa tan rápido que de pronto se encuentra uno un par de años adelante de lo que se suponía, y cuando se mira hacia atrás da miedo, y uno hasta se esconde para que no le lleguen las voces antepasadas, pero a la vez tan presentes y bonitas.
Verán ustedes que no es facil para un ser semi humano como este que escribe estas lineas caminar tan rápido y hacer todo junto, sin olvidarse de nada y de nadie, pero sepan que todavía me recuerdo y también a ustedes y a mis ganas de...
En fin, quizás puedan compartir este sentimiento de salto abismal que me recorre en las venas por estos instantes y que me pega fuertes bofetadas a cualquier hora del día sin previo aviso, pero que de vez en cuando me da lindas sensaciones que como sabran suponer no sé explicar, pero que me hacen volver.

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Es una cuestión de azar, y es una cuestión de azar por que hay una posibilidad entre mil, pero si logro comunicarme con él a través de los ojos, entonces, sabré que por fin se ha convertido en él mismo, ese ave tan hermosa que yo veo de vez en cuando escapar de la jaula con más brillo que de costumbre. Y quien sabe, si no sucede en un rato y de pronto...no, no, está muy distraído. Está viajando por los túneles que esconde detrás de la pared, más bien detrás del cuadro de la casa de campo que compró el otro día en Florida y Lavalle. Y que feo que es ese cuadro, es tan de mentira que pareciera que ni siquiera está allí colgado. Pero Nicolás se pierde por ahí , seguro que en un rato me pregunta "Clara ¿No te gustaría vivir en el campo?" Y yo le voy a decir que no, que yo soy un bicho de ciudad. En una casa como esa me sentiría tan sola, aunque él se levantara todas las mañanas y saliera a respirar “ese” aire y luego preparara el mate y me cebara una hora y media sentados en la cama. Que cuadro espantoso...causa soledad hasta aquí mismo, en esta habitación húmeda de “Pensión Marita” que está minada de personas. De veras que doña Marita podría haberle puesto otro nombre a la pensión. Seguro que ella se enamoraría de ese cuadro si lo viera, se parece tanto a Nicolás.
No se da cuenta que le estoy hablando con los ojos, capaz que yo tampoco se hablar en este idioma, pero no, yo sé que sí. Yo sé que le estoy diciendo que no sé, que es lindo abrazarlo pero...Es lindo abrazarte Nicolás, es lindo que me abraces y se me suban a la garganta las ganas de convertirme en mariposa, y escapar, porque cuando uno está en el centro de semejante circulo de margaritas azules tiene ganas de volarse enseguida, como que de repente ya no se soporta tanto aroma a flor, tanto sol reluciente, tanto color en un mismo tarro Nicolás, si vos te dieras cuenta un poquito cuantos colores mezclas en este tarro, si te dieras cuenta un poquito nomás. Sigue siendo lindo abrazarte, pero a veces estás tan en otro hemisferio Nicolás, tan debajo de tus pies que en vez de subirme las ganas de mariposa se me suben las de ratón y me escabullo entre las sábanas, vos sabés, me has visto, y cierro los ojos como cerrándole la puerta a las lágrimas para que se queden adentro, como ahora que cerré los ojos y por eso ya no me escuchás. Pero es solamente una, una de esas lágrimas mitad nostalgia y mitad impotencia, pero ya se pasa Nicolás, ya se pasa, cualquier cosa te digo que es una basurita, total no te vas a dar cuenta vos, cuando es una sola es difícil darse cuenta.
Es horrible ese cuadro, pero ahora que lo veo bien, en esa pared queda lindo, debe ser el color, porque a pesar de que es muy de mentira también es medio oscuro, detalle que en esta pared queda bien. No sé por qué, así que mejor no te digo nada con la voz, sino me vas a preguntar por qué, y yo no sé Nicolás, como tantas otras cosas y tantas otras que vos no sabés y todas se juntan ahora en medio minuto de ausencia infinita. Que cosa Nicolás, estamos los dos tan ausentes y al mismo tiempo el uno en el cuerpo del otro, yo en tus pies y vos en mis manos, y en las manos de doña Marita que está golpeando la puerta de la pensión como si estuviera por reventar todo en millones de pedazos y nosotros nos estuviéramos por quedar encerrados aquí dentro como los viejitos del Titanic que se murieron esperando la muerte y escuchando los violines, nada más que nosotros escuchamos a Sabina, pero estamos igual que ellos Nicolás, estamos esperando la muerte y eso que imaginamos que todavía falta mucho, casi como medio siglo e igual nos echamos a esperarla, como dos perros con moquillo, que feo Nicolás, que feo lo que estamos haciendo, es tan cínico, tan vergonzoso Nicolás. Y doña Marita que no deja de pegar con los puños en la puerta, debe ser que te quiere cobrar el alquiler por adelantado, seguro que tiene alguna deuda, como siempre. Pero no la vamos a atender Nicolás, esa puerta está mucho mas lejos que a medio metro, y las piernas pesan más que nunca hoy, es una cosa espantosa todo lo que pesan, debe ser por que yo llevo el peso de mi cuerpo y el tuyo y vos el tuyo y el mío, pesamos el doble y cuesta levantarse, ya se va a ir, se va a cansar ella sola del toc toc, yo ya casi no la escucho, y vos tampoco.
Y todo esto te lo digo con los ojos, porque me cuesta menos que abrirte las orejas con una pinza y meterte despacito las palabras, empujándolas con la yema de los dedos para que no te vaya a doler, por eso te lo digo con los ojos, para que no te duela ¿Vos me entendés Nicolás?

-: ¿Qué te pasa?
-: ¿A mi? Nada.
-: ¿Y por qué tanto silencio? Ya me empieza a aburrir.
-: Tengo sueño nomás.
-: Pero tenés los ojos más abiertos que los de un búho.
-: Es control mental, apenas pestañee me quedo dormida, así que los abro todo lo que pueda.
-: ¿Ah sí? Mirá vos. Que lindo cuadro compré. Como me gustaría tener una casa así. Aunque me da la impresión que está medio oscuro. Vaya a saber que se le cruzo al tipo cuando lo pintó. Es un tipo muy raro ¿Vos no lo viste nunca? Está siempre ahí, en Florida y Lavalle.
-: Creo que no.
-: Es raro, y no lo digo porque tenga la barba más larga que el pelo ni porque ande con todas las pinturas en medio de la capital, sinchando con los taburetes y los cuadros, y los pinceles y que se yo cuantas cosas más, pero es raro, él pinta ahí, en la calle, delante de todos ¿Estás segura de que nunca lo viste?
-: Si lo vi no me acuerdo.
-: Si, lo tenes que haber visto. Yo a veces si tengo tiempo me quedo mirándolo como pinta, de vez en cuando lo ves cerrar los ojos por unos minutos y los aprieta con fuerza, y cuando los vuelve a abrir los tiene más brillosos, entonces sigue pintando, pero con más ganas.
-: Andá a saber, capaz se le canse la vista, o se le metan basuritas en los ojos.
-: Sí, algo de eso debe ser. La que se enamoró del cuadro fue doña Marita. Lo vio cuando lo traje porque justo estaba baldeando la vereda, jaja, se quedo chocha la vieja, le hubiese regalado uno, te juro, ¿Estaba golpeando recién, verdad?
-: Me parece que sí.
-: Sí estaba golpeando, pero yo estaba tan embobado con el cuadro que no le di bola. ¿por qué no la atendiste?
-: Le dije que vuelva después.
-: Ah, no te escuché.
-: Tampoco me viste.

1 comentario:

Péto dijo...

uf, que regreso!