viernes, enero 23

-Qué tristeza- se dijo. -Qué tristeza saber que hay que vivir esta vida, como si fuera un deber y no una suerte-. El hombre, se miró al espejo y buscó una sonrisa conveniente, para salir a la calle. Que no fuera ni tan sonrisa ni tan mueca mentirosa. Y se decidió por la vigésimo tercera que consistía en mover nada más que los labios inferiores. Creyó que se acostumbraría rápidamente a los ruidos de las personas de la ciudad que antes apreciaba con gusto y entonces no se preocupó por las orejas al descubierto. Tendría que haberse transplantado los ojos para combinarlos con aquella cuasi sonrisa que acababa de inventar, por lo que tomó un par de lentes rayados que encontró entre tanto desorden de la habitación y que hasta cambiaban el lugar de las cosas del mundo, pero así se estaba mejor. Había perdido el olfato hacía décadas, así que por la nariz no se preocupó. Un año entero encerrado en una pieza de dos por dos, cincuenta botellas de Wisky vacías, incontable cantidad de tabaco consumido, silencio absoluto, ausencia infinita, costumbres de mierda, eran motivos suficientes para tenerle tanto miedo al sol o a la luna, da igual para estos casos. Terminó de creer que sí podía y quiso levantarse del sillón. Entonces se dio cuenta que todavía llevaba los pies atados, uno con otro. Y recordó, que así no se puede caminar por más que uno lo intente, que antes de prepararse para el afuera tenía que dejar de temerse a sí mismo. Porque es imposible dar un paso sin caerse cuándo a uno le anda atrás un bicho feo que le pincha las costillas con las garras. Primero, hay que aprender a domesticarlo, y después sí, presentárselo al mundo.
Se quitó la sonrisa y los anteojos

2 comentarios:

kemero!! dijo...

Y si no lo domesticas q pensas hacer?
yo creo q ese bicho nos lo ponen a proposito para q la gente no se revele contra el sistema...

Y descubir un blog q tiene una conversacion parecida a la q tiene ana y ¿ramon? en la obra de JUANISIMO...

q rara q es la vida...

Péto dijo...

y se afeitó la barba?