lunes, julio 7

Estamos acá, date cuenta che. Si nos vienen a buscar, no hay que correr, serenate un poco. No, no tanto, que se te escuche, bajito aunque sea, pero que se te escuche. Ahí está. A veces no basta con mirar. Hay que pisar un poco más fuerte, que tiemble el piso si es necesario. Total, si abrís la ventana lo vas a sentir. El frío digo, no ves que están todos callados. Algunos dirían que necesitan una balacera. Seguramente tengan razón, sino, no entienden. ¿Cómo qué? que se están muriendo, ¿No ves?
Hoy a la mañana pensé que iba a ser el último día del mundo. Y, a la vez, pensé cómo sería el ultimo día del mundo. Digamos que no arribé a ninguna conclusión maravillosa. O mejor dicho, no arribé a ninguna conclusión. Pero sí, y esto lo digo en voz alta, deduje que por una vez, todos debiéramos descalzarnos. Claro, así, aunque sea el último día, estaríamos todos iguales. Porque ahí está la cosa, en los pies, desnudos o calzados, siempre en los pies, y ahí la diferencia.
Eso, siempre lo creí, lo de los pies. Porque, del ser humano, no debe haber nada más bonito.
Mirá lo que te digo, agarralo con los dedos y moldealo como plastilina, a ver si me entendés, si mañana dijeran que pasado mañana todos van a morir, la cuestión sería otra. Ahí empezaría a jugar con las pelotitas de colores el más sorete y se vestiría de smoking hasta el más payaso. Es así como funciona la ruleta de este universo, tan pequeño y moribundo, los actores se pasan los papeles, se cambian los disfraces y se mueren creyendo que las cosas la hicieron bien, aunque sea el último minuto. Pero... pero, allá abajo, una o dos capas más abajo, paralelamente a hoy, o a mañana, cuando sea, hay otro día, y ese, no se acaba nunca, creeme. Ese, empieza y termina a las misma hora, siempre a las tres, como si el tiempo no corriera, o, todo lo contrario, lo hiciera muy rápido para que nadie se de cuenta de ese “ahí abajo”. Es que después de todo ¿Quién sabe del tiempo, no?
Acá arriba nadie se da cuenta que hay gente ahí abajo. A pesar de los gritos, los golpes y los escándalos en medio de la madrugada. Debe ser, porque tienen los pies demasiado calzados. Por eso te digo que por una vez deberían quemarse todas las suelas y ponerse en el piso todos los pies de la humanidad. Ahí está el quid de la cuestión, ahí.
Lo peor, y lo mas insensato pobrecitos, es que a pesar de que las manos las tienen casi siempre desnudas, no advirtieron todavía la capa de más arriba. Si levantaran los brazos podrían sentir al tacto la tierra que cae por los zapateos de los otros, a los que nunca se les vio el rostro, pero que tienen nombre y apellido, eso sí. Capaz, que hasta tienen dos.

Es así, cuando el hombre sepa dar el uso que merecen las manos y los pies, el mundo va dar una vuelta carnero y al fin se pondrá patas para abajo. Mientras tanto, sigue girando, pero al revés, buscando la posición más cómoda. Es que hay tanta gente con los miembros amputados al ras de las articulaciones. Tanta gente.

2 comentarios:

lalito dijo...

es verdad es una ruleta..que hermosas cosas que pones noe.. y que escribis tmb...espero que andes bien te kiero mucho

Péto dijo...

y el libro tuyo pa cuando?